Todos podemos orar directamente a Dios con la seguridad de que él nos escucha; nadie es demasiado pecador como para que el Padre Celestial no preste atención a sus súplicas. Sin embargo, además de nuestras oraciones personales, se nos aconseja que oremos por los demás. (“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”. Mateo 7: 7, 8.).
Aquí, en este sitio, podrás abrirnos tu corazón y nos uniremos contigo en tus súplicas a nuestro amoroso Dios. Solamente pulse aquí y tendremos el placer de presentar sus peticiones a Dios con la seguridad de que su respuesta será para bien suyo. Recuerde que “orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo".